Una de las históricas estampas que la arqueología está rescantando. La riqueza arqueológica del Valle de Alcudia es un atractivo turístico y científico que no pasa desapercibido. Este gran valor se encarna mayormente en la antigua ciudad romana de Sisapo, ubicada en la pedanía almodovareña de La Bienvenida.

Sisapo debe su fama en la antigüedad, a su papel como centro gestor de las explotaciones mineras de cinabrio (mercurio), plomo y plata en el sector central de Sierra Morena.

Los restos constructivos de La Bienvenida se conservan para cumplir un papel lúdico, cultural y educativo en la sociedad. Las piezas obtenidas en las excavaciones son manipuladas y tratadas por especialistas para evitar que se degraden al exponerse a los agentes naturales después de haber permanecido ocultas durante siglos, y así poder exponerlas al público para su disfrute y entendimiento.

El yacimiento de La Bienvenida está situado sobre una meseta de 620 metros de altitud perteneciente al sector centro-occidental del Valle de Alcudia, en el extremo suroeste de la provincia de Ciudad Real. Pese a que los primeros restos constructivos fueron exhumados a mediados del siglo XX, las investigaciones sistemáticas sobre La Bienvenida no tuvieron lugar hasta 1980.

Otro de los monumetales mosaicos romanos que ocultó el paso del tiempo. En 1982 se halló en el contexto arqueológico un fragmento de epígrafe en el que podía leerse (S)ISAPON(E), resto de una inscripción de carácter público realizada por la Comunidad, el Consejo o los Magistrados de Sisapo y que pudo haber formado parte del pedestal de una estatua. Esta evidencia dio pie a plantear la hipótesis de la identificación de La Bienvenida con la Sisapo citada por las fuentes como sede de gestión y explotación del cinabrio más afamado del Imperio. La propuesta ha ido cobrando cuerpo con los resultados científicos que el yacimiento ha ido proporcionado y se ha corroborado nuevamente por vía epigráfica mediante hallazgos más recientes.

Las excavaciones realizadas con cargo al proyecto siempre han tenido lugar dentro del recinto comprendido por el encintado murario perceptible a través de fotografía aérea. Este espacio de intramuros ocupa una extensión cercana a las 10 hectáreas y presenta tres sectores bien diferrenciados: una depresión circular en la zona oeste, denominada popularmente ‘Hoyo-Santo’, donde eruditos y vecinos del lugar han querido ver los restos de un circo o anfiteatro romano y las últimas prospecciones así lo ratifican; la zona central, configurada como una  superficie amesetada que bascula hacia el noroeste; y la zona sureste, dominada por un espolón esférico con marcado interés estratégico.

Los inmensos mosaicos que han sido localizados como suelo de algunas estancias, principalmente de la conocida como Domus de las Columnas Rojas, y que ofrecen motivos naturales de diverso género, son unos de los atractivos más característicos de este espacio.

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