LAS FAMILIAS CRISTIANAS DE LA PROVINCIA CONOCIERON EL MENSAJE DE SAN JUAN DE ÁVILA, RELATIVO A LA TRANSMISIÓN DE LA FE, EN LA CIUDAD NATAL DEL PRÓXIMO DOCTOR DE LA IGLESIA
El IX Encuentro Diocesano de Familias que acogía Almodóvar del Campo el pasado domingo, 22 de abril, no sólo fue un exitoso acontecimiento cuantitativamente hablando, a tenor de las más de 100 familias inscritas de toda la provincia y los cientos de personas que dejaron pequeña la parroquia ‘Nuestra Señora de la Asunción’ en la eucaristía vespertina con que se cerraba el programa. También lo fue en cuanto al contenido, dado que la convocatoria estuvo marcada por la impronta y enseñanzas de san Juan de Ávila, el santo natural de esta localidad ciudadrealeña cuya proclamación como doctor de la Iglesia Universal se espera para este año, tras el anuncio que el Papa Benedicto XVI realizara el pasado año en Madrid.
Ése era el argumento formal que hizo a la Pastoral Diocesana de Familias decantarse este año por la localidad donde también nació san Juan Bautista de la Concepción. Justificación formal pero también de fondo, dado que la cuna del patrón del clero secular español era el emplazamiento perfecto para profundizar, a través de su doctrina, en la fe, la transmisión de la misma en el seno familiar y, por ende, en fomentar el amor a Dios.
Y nadie mejor en esta localidad para ese empeño que alguien que llegó a la misma a comienzos de la década de los años 90 para hacerse cargo de la dirección parroquial. El párroco Tomás Lozano Rivas, con su habitual alegría y chascarrillos, desarrolló en el Teatro Municipal algunas de las reflexiones más profundas del maestro Ávila. Inició su intervención dando unas pinceladas sobre características propias de la sociedad actual, como vivir de prisa, la presencia de diferentes ídolos, el papel de los medios de comunicación, el conocimiento científico-técnico o los cambios de estructura y de relaciones que hay en las familias de hoy en día. A tenor de todo ello y en líneas generales, se ha creado un tipo de persona superficial, que busca el placer inmediato y carente de hondura y profundidad tal y como dijo.
Ante ello Lozano Rivas tiró de las palabras del santo almodovareño, un hombre con una especial preocupación por la transmisión de la fe hasta el punto de crear universidades y colegios, con gran interés por la catequesis y no menor labor de predicación. Para san Juan de Ávila, un buen creyente es “carta de Jesucristo, en la cual todos leen sus lecciones,… es buen olor de Cristo”, tal y como escribió en su ‘Audi Filia’. Hoy en día, sin embargo, hay creyentes comprometidos hasta las últimas consecuencias y otros que no se atreven siquiera a manifestarlo. Y hay jóvenes, explicó el sacerdote, de uno y otro signo en relación a lo anteriormente indicado.
En este sentido, además de que el próximo doctor de la Iglesia apostase por el papel de la enseñanza en la canalización adecuada de la fe, cuando dijo “conviene que los maestros de la primera edad sean tales, que puedan a sus discípulos enseñar virtudes con su ejemplo y vida, y no vicios y pecados”, también concedía una especial importancia al testimonio de vida que, con palabras o con gestos y actitudes vitalistas de cada persona, se puede también hacer mucho en esa transmisión de la fe.
Ese mismo testimonio ha de prevalecer en la familia, en especial el relativo al amor de los esposos pues, como bien recoge Tomás Lozano de un sermón de san Juan de Ávila, “gran sacramento es el del matrimonio y no hay quien tan derechamente represente la encarnación, el amor grande y la unión de Cristo con nuestra naturaleza”. A ello han de contribuir también el amor y confianza, la santidad de los esposos o el diálogo sobre la fe entre padre y madre, que han de ser los primeros educadores de la fe de sus hijos. “Cuando vuestros hijos vinieren a razón y discreción, enseñadles luego que sean devotos de este Santísimo Sacramento del Altar: corre, confiesa y comulga”, dejó también dicho.
Sobre éstas y otras cuestiones, como la necesidad de acercar a los jóvenes en edad adolescente a actividades parroquiales y movimientos cristianos con el fin de perseverar en unas creencias que, como otros temas son muy cuestionados en esta época de la vida, reflexionarían después y durante el resto de horas de la mañana los progenitores participantes. Para ello se formaron nueve grupos de una veintena aproximada de integrantes, de manera que pusieran en común una suerte de conclusiones que luego fueron dadas a conocer.
El otro gran punto de interés religioso de la jornada fue la multitudinaria misa que por la tarde, desde las cinco y media, acogía la parroquia de ‘Nuestra Señora de la Asunción’ y en la que estuvieron no sólo las familias visitantes, sino también infinidad de vecinos de la localidad. La asistencia fue tal que hubo que introducir sillas para completar el aforo de asientos y aún así hubo quien permaneció en pie durante toda la ceremonia, que se prolongó por espacio de más de una hora.
Concelebrada por una quincena de sacerdotes, la ceremonia eucarística estuvo presidida por el obispo Antonio Algora, quien al comenzar esta misa del segundo domingo de Pascua, bendijo agua que luego roció sobre los feligreses a lo largo y ancho del templo. La misa contó también con la intervención del coro diocesano y con la presencia, entre otras autoridades municipales, del propio alcalde de la localidad, José Lozano.
Su homilía giró en torno a la lectura del Evangelio de ese día, la aparición de Cristo resucitado a sus apóstoles, lamentado ante las familias cristianas que pueda haber católicos que no crean en la Resurrección e instó a “ofrecer a nuestros semejantes la santidad de nuestras vidas”. Algora también recalcó que “somos creación de Dios y el matrimonio cristiano debe ser especialmente testigo de ello” y citó a san Juan de Ávila en lo referente a cumplir la voluntad divina.
En el momento del ofertorio y antes de que llegasen al altar el pan y el vino, los pequeños que acompañaron a sus progenitores en esta jornada de convivencia familiar en Almodóvar, ofrecieron también los trabajos que durante las horas matutinas tuvieron ocasión de hacer en el Colegio ‘Maestro Ávila y Santa Teresa’ donde, por otro lado, se reunieron dos de los grupos de reflexión.
A este centro educativo, a la Parroquia y a sus sacerdotes, al Ayuntamiento y a su Corporación Municipal, a la Policía Local, a la Hermandad de los Santos, a la Cruz Roja almodovareña, a los voluntarios de la población, a diferentes tiendas que colaboraron con la organización, a los movimientos de familia como Encuentro Matrimonial o Equipos de Nuestra Señora y al propio coro diocesano se extenderían los agradecimientos de los responsables de este IX Encuentro Diocesano de Familias. Asimismo, y como gesto físico, se regaló a la parroquia un cuadro representativo de la Sagrada Familia. Para cerrar este acto en la parroquia, donde se hubieron de distribuir varios puntos de reparto de la comunión, los presentes tuvieron ocasión de honrar las reliquias óseas de la mandíbula y un fémur del este santo almodovareño llamado al doctorado por el Vaticano.